La sociedad anónima es una forma jurídica de empresa que se caracteriza por la separación entre la propiedad y el control de la misma. Esto quiere decir que los accionistas (los dueños de la empresa) no tienen por qué ser los gestores de la misma, y viceversa. Además, la sociedad anónima tiene personalidad jurídica propia, por lo que los accionistas no responden personalmente de las deudas de la empresa.
Para crear una sociedad anónima se deben cumplir unos requisitos establecidos por ley. En primer lugar, debe constituirse un consejo de administración (o junta de accionistas), que será el órgano encargado de tomar las decisiones estratégicas de la empresa. En segundo lugar, debe designarse un presidente del consejo de administración, que será la persona responsable de llevar a cabo las decisiones tomadas por el consejo. En tercer lugar, debe redactarse un estatuto social que recoja, entre otras cosas, los objetivos de la empresa y la forma en que se repartirán los beneficios entre los accionistas. Y en cuarto lugar, debe depositarse el capital social en un banco, de forma que quede bloqueado hasta que se cumplan ciertas condiciones.
Una vez cumplidos estos requisitos, la sociedad anónima estará constituida y podrá empezar a funcionar. Es importante destacar que la sociedad anónima es una forma jurídica muy compleja, por lo que se recomienda contratar los servicios de un abogado o de un gestor para llevar a cabo todos los trámites necesarios.