Los contratos deben cumplir con ciertos requisitos para que sean válidos y tengan plenos efectos legales. En primer lugar, debe haber un consentimiento de las partes, es decir, que estén de acuerdo en celebrar el contrato y en los términos en que va a hacerse. Además, este consentimiento debe ser libre, es decir, que las partes estén en plenas facultades para decidir, sin estar coaccionadas por nadie. En segundo lugar, el objeto del contrato debe ser lícito, es decir, que no esté prohibido por la ley. En tercer lugar, debe haber una causa o motivo lícito para celebrar el contrato, es decir, que las partes tengan un interés legítimo en hacerlo. Finalmente, el contrato debe ser formalmente válido, es decir, debe estar redactado por escrito y debe ser firmado por las partes.