Para ser cura, se requiere una vocación especial y una llamada de Dios. Se debe tener una fe profunda y viva, y un amor apasionado por Jesucristo. Asimismo, se requieren ciertas cualidades personales, tales como:
- Humildad: La humildad es una virtud esencial para los sacerdotes, ya que se trata de servir a los demás, y no de servirse a sí mismos.
- Amor al sacrificio: Un buen sacerdote está dispuesto a hacer sacrificios por el bien de sus ovejas. Esto significa que está dispuesto a renunciar a muchas cosas en su vida personal y a dedicar su vida entera al servicio de Dios y de la Iglesia.
- Espiritualidad: Un buen sacerdote debe ser un hombre espiritual, que busca a Dios en todas las cosas y en todas las personas. Debe ser un hombre de oración, un hombre que busca la santidad.
- Inteligencia: Un buen sacerdote debe ser inteligente, ya que debe ser capaz de predicar y enseñar de manera clara y eficaz. También debe ser capaz de comprender y resolver los problemas de la gente.
- Sabiduría: Un buen sacerdote debe tener sabiduría, ya que se trata de un don de Dios que le ayudará a guiar a las personas en el camino de la verdad y de la vida.
- Amor a los demás: Un buen sacerdote debe amar a todas las personas, especialmente a los pobres y a los marginados. Debe estar dispuesto a servir a todos, sin importar quiénes sean.
- Paciencia: Un buen sacerdote debe ser paciente, ya que se trata de un ministerio de acompañamiento y de servicio. No se puede esperar que todo salga perfecto, y a veces se necesitará mucha paciencia.
- Misericordia: Un buen sacerdote debe ser misericordioso, ya que es un ministro de la misericordia de Dios. Debe estar dispuesto a perdonar y a dar oportunidades de redención a todos.
Estas son algunas de las cualidades y virtudes que se requieren para ser cura. Si siente que Dios le está llamando a este ministerio, no dude en ponerse en contacto con su obispo o pastor para obtener más información.