La patente es un derecho exclusivo que se otorga a una persona física o moral por la invención de un producto o proceso. Para obtener una patente, es necesario que el invento cumpla con los requisitos de novedad, actividad inventiva y aplicación industrial. Es decir, que el invento sea nuevo, que represente una innovación y que tenga una aplicación práctica en la industria.
Para verificar la novedad del invento, se realiza una búsqueda de antecedentes. Se trata de un estudio en el que se comparan el invento con los documentos disponibles sobre invenciones similares para determinar si el invento es realmente nuevo. Si se encuentran antecedentes, el invento no se considerará novedoso y, por lo tanto, no podrá ser patentado.
La actividad inventiva se refiere a la capacidad del inventor para encontrar una solución ingeniosa a un problema técnico. Para que una invención sea considerada inventiva, debe ser significativamente diferente de lo que se conocía previamente. Además, el inventor debe ser capaz de explicar de manera clara y concisa cómo se llegó a la invención.
Por último, el invento debe tener una aplicación práctica. Es decir, debe ser útil y poder ser utilizado de alguna manera en la industria. Si el invento no tiene una aplicación práctica, no se considerará patentable.