La cirugía de refracción es una operación que se realiza para corregir los problemas de refracción de los ojos, como la miopía, hipermetropía y astigmatismo. Se trata de una operación muy segura y eficaz que permite mejorar la visión de forma significativa. Sin embargo, no es adecuada para todo el mundo y antes de someterse a ella es importante conocer todos los requisitos y riesgos asociados.
Para poder someterse a una cirugía de refracción, es necesario que la visión esté estabilizada. Esto significa que no se deben esperar grandes cambios en la agudeza visual en los próximos años. En general, se considera que la visión está estabilizada a partir de los 21 años de edad.
Otro requisito importante es que el paciente no padezca de enfermedades oculars, como cataratas, glaucoma o degeneración macular. En algunos casos, es posible operarse aunque se padezca de estas enfermedades, pero el riesgo y la complejidad de la cirugía aumentan significativamente.
Por último, es importante que el paciente tenga una buena salud general. No se puede operar a las personas que padecen de enfermedades del corazón, diabetes o hipertensión, entre otras. También se debe tener en cuenta que algunos medicamentos, como los anticoagulantes, pueden aumentar el riesgo de complicaciones durante y después de la cirugía.