Para que un contrato sea válido y, por ende, obligatorio para las partes que lo suscriben, debe reunir una serie de requisitos. En primer lugar, debe existir una oferta clara y precisa. La oferta es una propuesta de contrato que hace una de las partes a otra, y que ésta puede aceptar o rechazar. En segundo lugar, debe reunirse el consentimiento de las partes. El consentimiento es el acuerdo de las partes para celebrar el contrato. Para que el consentimiento sea válido, debe ser libre, es decir, que las partes estén de acuerdo voluntariamente y no estén siendo obligadas a ello. En tercer lugar, debe reunirse el objeto del contrato. El objeto del contrato es lo que las partes se obligan a hacer o a dar. En cuarto lugar, debe reunirse la causa del contrato. La causa es el motivo por el cual las partes celebran el contrato. Y en quinto lugar, debe reunirse la forma del contrato. La forma es la manera en que se expresa el contrato, y puede ser verbal o escrita. Si el contrato no reúne todos estos requisitos, no será válido y, por ende, no obligará a las partes que lo hayan celebrado.