Después de una mala experiencia, todos merecemos una segunda oportunidad. Sin embargo, para que esto suceda, debemos reunir unos requisitos previos. En primer lugar, es necesario reconocer los errores cometidos y asumir las consecuencias. No basta con decir que lo sentimos, es necesario demostrarlo con hechos. En segundo lugar, debemos estar dispuestos a cambiar. No podemos esperar que las cosas vuelvan a ser como antes, si no estamos dispuestos a modificar nuestra forma de actuar. Y por último, debemos tener paciencia. Reconstruir una relación, una amistad o una confianza, lleva tiempo y esfuerzo. No podemos esperar que todo suceda de la noche a la mañana.
Si estamos dispuestos a trabajar duro y tener paciencia, podemos lograr que las cosas vuelvan a ser como antes, incluso mejor. Todo depende de nosotros.