Para hacer una citología, se necesita una muestra de tejido o líquido del cuerpo. En la mayoría de los casos, se toma una muestra de células del cuello uterino, aunque también se pueden tomar muestras de la vagina, el endometrio, el esperma, la orina o el líquido seminal. Las muestras se toman con un hisopo de algodón o una espátula. En algunos casos, se necesita una biopsia, que es un procedimiento para tomar una muestra de tejido más grande. La biopsia se puede realizar con un bisturí, una aguja o un láser. Después de tomar la muestra, se envía al laboratorio para que un patólogo la examine al microscopio.
La mayoría de las citologías se realizan para detectar el cáncer de cuello uterino, también conocido como cáncer cervical. El cáncer cervical es un tipo de cáncer que se desarrolla en las células del cuello uterino. El cuello uterino es el extremo inferior del útero, que es el lugar donde se produce el embarazo. El cáncer cervical generalmente se debe a la infección por el virus del papiloma humano (VPH), que es un virus muy común que se transmite durante el contacto sexual. El VPH puede causar cambios anormales en las células del cuello uterino, que a veces pueden convertirse en cáncer.
La citología también se puede utilizar para detectar otros tipos de cáncer, como el cáncer de endometrio, de ovario, de testículo, de próstata y de pene, así como para diagnosticar infecciones, como la clamidia y la gonorrea. También se puede usar para detectar infecciones por hongos, como la candidiasis.