Para bautizar a un niño en la Iglesia Católica, los padres deben ser católicos y el niño debe estar en buen estado de salud. También es necesario que el niño tenga un Padrino de Bautismo, que será quien responda por él o ella en la ceremonia. El Padrino de Bautismo debe ser un católico practicante que haya recibido los Sacramentos de la Iniciación (Bautismo, Confirmación y Eucaristía).
Los padres deben inscribir a su hijo para el Bautismo, y luego asistir a una clase de preparación para el Bautismo. En esta clase, los padres aprenderán sobre el significado del Bautismo y lo que se espera de ellos como padres católicos. Al final de la clase, los padres serán entrevistados por el párroco para asegurarse de que están preparados para el Bautismo de su hijo.
La fecha del Bautismo se establece en una reunión de coordinación, que se lleva a cabo una semana antes de la ceremonia. En esta reunión, los padres y el Padrino de Bautismo reciben instrucciones sobre cómo participar en la ceremonia. También se les pide que traigan una toalla blanca y un pañuelo de tela para el Bautismo.
El día del Bautismo, la familia llega a la Iglesia unos 30 minutos antes de la ceremonia. El niño es entregado a un Sacerdote o Diácono, quien lo lleva a una cabina de Bautismo situada en la parte frontal de la Iglesia. El Padrino de Bautismo acompaña al niño y los padres siguen detrás.
En la cabina de Bautismo, el niño es rociado con agua bendita tres veces mientras se pronuncian las palabras: "Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". A continuación, el niño es cubierto con la toalla blanca y entregado a los padres. El Padrino de Bautismo entonces coloca el pañuelo de tela alrededor del cuello del niño.
La familia luego regresa a su lugar en la Iglesia, y el niño es presentado a la congregación. El Padrino de Bautismo y los padres responden a preguntas sobre el Bautismo, y luego el niño es bendecido por el Sacerdote o Diácono. La ceremonia termina con una oración de bendición para el niño y su familia.