Para correr una máquina virtual de Windows 7 en tu equipo, necesitarás un procesador de 64 bits que soporte la tecnología de virtualización de hardware de tu proveedor. También necesitarás una cantidad suficiente de memoria RAM y espacio en disco duro, así como una tarjeta de vídeo de altas prestaciones. Si tu equipo cumple estos requisitos, entonces podrás instalar y ejecutar una máquina virtual de Windows 7 en él.
Una máquina virtual de Windows 7 se ejecuta en una ventana de tu equipo, como cualquier otra aplicación. Cuando la máquina virtual está encendida, puedes usarla de la misma forma que usarías cualquier otro equipo Windows. Puedes instalar y ejecutar aplicaciones, guardar y abrir archivos, y acceder a la red de la misma forma que lo harías en un equipo físico.
Una de las ventajas de usar una máquina virtual de Windows 7 es que puedes instalar varias máquinas virtuales en tu equipo y ejecutarlas al mismo tiempo. Cada máquina virtual funciona de forma independiente y aislada del resto, por lo que las aplicaciones instaladas en una máquina virtual no afectarán al funcionamiento de otras máquinas virtuales o del equipo físico. Esto es especialmente útil si necesitas usar aplicaciones incompatibles entre sí, o si necesitas usar una versión antigua de Windows para abrir un archivo que no puedas abrir en la versión más actual.