Para que un acto sea considerado delito fiscal, debe reunir los siguientes requisitos:
En la mayoría de los casos, el delito fiscal se configura como un delito contra la hacienda pública, es decir, contra el erario. No obstante, también puede ser considerado delito fiscal cualquier otro tipo de delito cometido por un funcionario público en el ejercicio de sus funciones.
Por ejemplo, el delito de peculado se configura cuando un funcionario público aprovecha su cargo para obtener, para sí o para terceros, un beneficio indebido. También es delito fiscal el cohecho, que se produce cuando un funcionario público solicita o acepta una dádiva a cambio de realizar o dejar de realizar un acto en el ejercicio de sus funciones.
Otros ejemplos de delitos fiscales son el fraude fiscal, el delito contra la administración pública y el delito societario.