Para bautizar a un niño, se requieren dos padrinos, uno de cada sexo. Se recomienda que los padrinos sean solteros y católicos practicantes, pero si no es posible, se pueden elegir personas casadas o no practicantes. También se debe tener en cuenta que los padrinos deben ser mayores de edad y tener la capacidad de responder por el niño en caso de que los padres fallezcan. Si los padres del niño son solteros, se puede pedir a uno de los abuelos o a un hermano mayor para que actúe como padrino.
Los padrinos deben comprometerse a guiar al niño en su camino de fe, enseñándole los principios de la religión católica. Deben ayudar al niño a prepararse para los sacramentos, especialmente la Primera Comunión y la Confirmación. También deben animar al niño a practicar la religión y a vivir de acuerdo a sus principios. Los padrinos deben ser buenos ejemplos para el niño y ayudarlo a crecer en una persona de fe.
Los padrinos deben estar dispuestos a responder a las preguntas del niño sobre la religión y a ayudarlo a entender los sacramentos. También deben estar dispuestos a llevar al niño a misa y a otras actividades religiosas. Los padrinos deben comprometerse a ser parte de la vida religiosa del niño y a ayudarlo a crecer en su fe.