En materia penal, una sentencia es una resolución judicial que pone fin a un juicio. En ella se establecen los hechos probados, se aplican las normas legales pertinentes y se dicta la consecuencia jurídica correspondiente. En otras palabras, en la sentencia se decide si el acusado es culpable o no y, en caso de que lo sea, se impone la pena que corresponda.
Para que una sentencia cause efectos, debe reunir una serie de requisitos de forma y de fondo. Los requisitos de forma son aquellos que atañen a la manera en que ha sido dictada, es decir, al procedimiento seguido. Algunos de estos requisitos son la intervención de un juez o de un tribunal, el respeto de las formas y trámites establecidos en la ley y la notificación de la sentencia al acusado o a sus representantes.
Por otro lado, los requisitos de fondo hacen referencia al contenido de la sentencia, esto es, a su lógica y coherencia internas y a su conformidad con la ley. En concreto, una sentencia debe ser:
En resumen, para que una sentencia produzca los efectos jurídicos previstos, debe ser dictada por un órgano competente, seguir el procedimiento establecido y estar fundamentada, motivada y adecuada a derecho.