Los requerimientos no funcionales son aquellos que no dictan una funcionalidad específica del producto, pero son necesarios para el correcto funcionamiento del mismo. En Scrum, estos requerimientos se tratan como product backlog items (PBI) y se priorizan junto con los demás requerimientos funcionales.
Algunos ejemplos de requerimientos no funcionales son el rendimiento, la escalabilidad, la seguridad, la fiabilidad, la portabilidad, la usabilidad, el mantenimiento, etc.
En muchas ocasiones, los requerimientos no funcionales son considerados como un afterthought y se dejan para el final. Sin embargo, en Scrum se consideran tan importantes como los requerimientos funcionales y se tratan de la misma manera.
Los requerimientos no funcionales se convierten en PBIs durante la planificación de sprint y se priorizan junto con los demás requerimientos. Los PBIs se convierten en tareas durante el sprint y se asignan a miembros del equipo.
Tratar los requerimientos no funcionales como PBIs tiene varias ventajas. En primer lugar, permite que el equipo se enfoque en ellos durante el sprint y los aborde de manera eficiente. En segundo lugar, al estar priorizados junto con los requerimientos funcionales, se asegura que sean tratados con la misma importancia.