El pasado mes de junio, el Gobierno anunció el ingreso mínimo vital (IMV), una prestación que pretende mejorar las condiciones de vida de las familias con menores ingresos. Según el Ejecutivo, el IMV permitirá a unas 1,3 millones de familias superar el umbral de la pobreza. Aunque el anuncio fue bien recibido, el detalle de la medida ha generado algunas críticas. En concreto, el ingreso mínimo vital consiste en una prestación mensual de unos 200 euros para las familias con menores ingresos. Para poder acceder a ella, se deberá cumplir una serie de requisitos, entre los que se encuentran: - Tener una renta familiar inferior a 1.006 euros mensuales (12.072 euros anuales). - No tener otros ingresos por trabajo, prestaciones por desempleo o subsidios por incapacidad. - Estar inscrito como demandante de empleo si se es mayor de 25 años. - No tener una renta superior a 2.000 euros mensuales (24.000 euros anuales) si se tiene un solo hijo. Si se tiene más de un hijo, este límite se incrementará en 400 euros por cada hijo adicional. - No tener un capital (dinero en efectivo, cuentas bancarias, inmuebles, etc.) superior a 10.000 euros.
Una de las críticas que se ha hecho al ingreso mínimo vital es que excluye a muchas familias. En concreto, según datos del Ministerio de Trabajo, hay unas 3,4 millones de familias en España que no cumplen los requisitos para acceder a la prestación. Otra crítica es que el ingreso mínimo vital es insuficiente para superar el umbral de la pobreza. Según datos del INE, el umbral de la pobreza en España es de 1.226 euros mensuales (14.712 euros anuales) para una persona solo y de 2.382 euros mensuales (28.584 euros anuales) para una familia con dos hijos. Como se puede ver, el ingreso mínimo vital no es suficiente para superar este umbral. Aunque el ingreso mínimo vital no es perfecto, es una medida necesaria para mejorar las condiciones de vida de las familias con menores ingresos.