Los despidos disciplinarios son aquellos que se producen como consecuencia de una falta cometida por el trabajador. En España, el despido disciplinario requiere que exista un infracción del trabajador que justifique su separación del puesto de trabajo. No obstante, debe existir un preaviso por parte del empleador, en el que se comunique al trabajador la existencia de una falta y se le notifique de que puede ser despedido si no cesa en su conducta.
Para que un despido disciplinario sea legal en España, es necesario que la falta cometida por el trabajador sea grave. Esto significa que debe ser una infracción que ponga en peligro el funcionamiento de la empresa o que perjudique gravemente a otros trabajadores. También es necesario que el trabajador sea notificado de la falta cometida y de las posibles consecuencias, y que tenga la posibilidad de rectificar su conducta.
Algunas de las faltas que pueden considerarse graves y justificar un despido disciplinario son el acoso laboral, el maltrato a otros trabajadores, el robo en el lugar de trabajo, el incumplimiento de las obligaciones contractuales, el consumo de drogas en el lugar de trabajo, entre otras.
No obstante, el despido disciplinario debe ser proporcionado. Esto significa que la falta cometida debe ser suficientemente grave como para justificar la separación del trabajador, pero no debe ser excesivo ni desproporcionado. En caso de duda, el juez puede decidir que el despido es improcedente y, en tal caso, el trabajador tendrá derecho a ser reincorporado a su puesto de trabajo y a recibir una indemnización por despido improcedente.